La historia se centra en el Sheriff Kane, quien justo después de casarse se entera de que Frank Miller, un peligroso forajido al que detuvo cinco años atrás, ha sido puesto en libertad. También corre la noticia de que tres hombres de la banda de Miller están esperando que llegue en el tren de las doce. Rápidamente, los amigos de Kane le aconsejan que huya si no quiere ser hombre muerto. Sin embargo, poco después, vuelve al pueblo porque según él: ellos me están haciendo huir y yo no he huido ante nadie. Debo regresar, no hay otra salida. Una vez allí sucede lo impensable, nadie está dispuesto a ayudar a aquel que ha arriesgado su pellejo por todos.
Gary Cooper, que ganó un Oscar a Mejor Actor, encarna de manera magistral a este sheriff que prefiere plantar cara a una muerte casi segura que andar huyendo, y que a cada minuto ve despedazada su esperanza de ser ayudado por los lugareños. Unos por cobardía, otros por interés y todos por miedo le dan la espalda, le dicen que no es su problema, que debería haberse ido. Sin embargo, el Sheriff Kane es un hombre íntegro, que distingue entre lo justo y lo injusto y no tiene ningún reparo en seguir su conciencia. Quizá sea uno de los personajes más impactantes del western precisamente por eso, porque en el mundo de hoy nos faltan hombres como él, que hacen frente la injusticia y que defienden la verdad.
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